miércoles, 23 de julio de 2008

Ya me aburrí de Chespirito




Me aburrí hace tiempo, desde que tengo 5 años, era lo único en televisión además de Augusto Ferrando, otro personaje que me causó ganas de hacer deporte al aire libre y profundas depresiones si no podía salir de casa en esos tiempos donde el cable ni asomaba por la cabeza de mis padres. Idiota y repetitivo, discúlpenme los fanáticos acérrimos pero nadie puede negar que es cierto, siempre las mismas “bromas”, nunca pude diferenciar entre un capítulo nuevo y uno antiguo, siempre el mismo callejón oscuro, a excepción del veraniego capítulo de la playa, golpes y torpeza con sol.

Un poco agresiva la palabra “idiota” pero no encontré una mejor palabra para definir las continuas torpezas del chavo y su pandilla, no contentos con eso, apelan a la violencia, aunque sutil, a falta de argumentos. Nadie se salva, adultos y niños son irracionales y patéticos estereotipos. Socialmente hablando, discriminan y se burlan de los pobres, los gordos, los altos, los flacos, los viejos, los feos, etc, apelan a emociones tan desagradables como la pena que se pueda sentir por un huérfano abandonado que reside en un barril (aunque según algunos datos, el chavo dormía en el departamento 8 y el barril era su salita de estar)

Genio de la comicidad es un calificativo muy alto para alguien falto de originalidad, es como que le digan genio del marketing a Tongo por venderse haciendo o diciendo cualquier tontería, aunque me hace reír más que Chespirito definitivamente. Pensándolo bien, genio del marketing debe ser el que ha movido a los medios para cubrir la llegada, estadía, vida y obras del mexicano. Más genio aún, lograr homenajes hasta en el Palacio de Gobierno, con mayúsculas por que la casa presidencial se lo merece, mientras tenían que preocuparse de temas de “interés nacional” recibían al chavo en una salón de lujo para cantar con el Presi; ni hablar de todos los programas televisivos que se sumaron a la campaña “adora a Chespirito y anda al teatro”.



Una burla el homenaje en “Habacilar”, una burla al respetable público televidente, una burla a Chespirito y su esposa, una burla a la niña que soltaba lágrimas y a la anciana que aseguraba ver el chavo desde “muchacha”, cometieron el error de comentar la edad de la señora, 86 años cumplidos, o sea que la muchacha ya estaba algo grandecita cuando el programa vio la luz, creo que a los 50 uno ya debería haber superado las ansias infantiles de ser fanático de un personaje mediático.

Exponer a una niña con discapacidad y exagerar su fanatismo por el chaparrón no me parece lo más ético del mundo, aunque a estas alturas casi nada es ético, ni yo; además, me pareció un tanto preparada la escena lacrimógena, la cartita escrita a ¿papa Noel? deseando conocer a su ídolo era un tanto fuera de este mundo.

También pasearon por el Congreso, mientras un ciudadano común y corriente necesita pases especiales para darse una vueltita, a Chespirito lo premian por “mérito a su labor y actividades artísticas en bien de la niñez y la juventud” ¡Qué pasa en el Perú! Que premien a Torres Caro por su labor en bien de sí mismo, es lo mismo que hizo Roberto Gómez Bolaños, llevarse una taquilla gigante por su obra de teatro, premiada por nadie, con actores que basan la calidad de su trabajo en personajes planos y predecibles, aunque ya lleva varios años en escena sigo pensando que el éxito es producto mediático ¿La entrada para verlos? La más barata 86 soles (se agotaron rápido), 236 era el precio más próximo (fuente: página de Teleicket), eso es un verdadero aporte a la niñez, quizás si se hacia una gratis para los niños del algún hospital se la hubiera creído.

Involucrado con el narcotráfico, luego su problema amical con “Quico” (o Kiko), pero sigue siendo un ejemplo para los más pequeños, y no me refiero a los enanos (o chaparros), como él mismo reconoció, ni en su país lo han homenajeado tanto. Es que así somos nosotros, atentos y cariñosos con los demás. Así somos nosotros, homenajeamos cualquier cosa, siempre hay motivo para brindar.

Mi queja no es contra el buen viejito, tiene su gracia, tiene su estilo, tan malo no es su programa. Mi queja es contra todo aquello que se armó para darle taquilla, y lo “pavos” que somos al caer en eso, creyendo cosas como la supuesta genialidad de la que goza o su buen corazón al servicio de la comunidad. Voy contra ese que arma cortinas de humo para distraernos, juego sucio, dos poderes del Estado aplaudiendo a un cómico de lo más sencillo, al que le tengo que reconocer eso, siempre ha sido sencillo y no se ha dejado abrumar por toda la cantaleta armada en su “honor”.

Típico episodio con risas pre grabadas, golpes, y más: