martes, 6 de enero de 2009

Clavo que te clavo... ¿la sábana?



Incoherente comentario que tendrá sentido a continuación, aunque con la foto podrán hacerse una idea de lo que hablo (o escribo). El verano no solo trae sol y calor, también ciertos estereotipos, mitos, creencias, diferencias, clasismos, fiestas, fiestas más, viajes, vacaciones, más cerveza, más cebiche, más vida. Revive cuestiones como esas palabritas “cholo”, “huachafo”, “eisha”, “fashion”, y etc de huevadas que toman fuerza en esta época del año. No niego que cada grupo social tiene sus particularidades, sin estas no sería divertido, y vamos a reírnos de experiencias personales mías.

Vamos hasta Asia, mi primera experiencia en este balneario rankeado a nivel mundial, hace algunos años nos fuimos de juerga a la casa de un amigo que gastó sus buenos dólares invirtiendo en una “casita” que huele bien, aunque de playera no tiene nada. Me parece absurdo que vayas a la playa y pidas, por favor, que no metas arena a la sala ya que la empleada ha trapeado, encerado y lustrado el piso; tienes agua caliente, agua helada, aire acondicionado, muebles impecables, comida provista por Wong, tele, DVD, Equipos de sonido, computadoras, gps, refrigeradoras, luz. Al menos yo no le encuentro la gracia de estar ahí si es lo mismo que tu casa. Qué lindas son esas casitas acogedoras que tienen catres de cemento pegados a la pared, las cortinas hechas de conchitas recogidas por los niños y no compradas de oferta en “todo terrazas de Saga”, que los asientos sean troncos de por ahí, y que tengas que quitarte la arena con balde (que contiene agua de mar).

Lo más genial de todo fue al momento de salir a las discotecas, he disfrutado de otras playas antes, pero el tratamiento de imagen que te tienes que dar acá es impresionante, en otro lado simplemente sales con el mismo short y un polo limpio, las clásicas sandalias y estás listo para todo. No en esa casa, todos menos yo y un amigo (éramos como 9 hombres) se pusieron zapatos, pantalón y camisa, y no es que yo use la ropa más barata que existe, pero no concibo aún la juerga playera con más ropa que el short y las sandalias. De hecho ellos acertaron en el vestuario, ya que solo nos dejaron entrar a “Juanito” (en esa época) por cierto, era extraño ver chicos vestidos como yo. Claro que he vuelto al boulevard, y claro que ahora me visto dependiendo de a dónde voy a entrar, pero me sigue pareciendo una “huachafada”, compensa la sensacional vista que ofrecen estos centros nocturnos (no me refiero al paisaje marino).

Ahora bajemos un poco, a nivel de carpa. Me encanta acampar, pero no en esas playas y de esa forma. El último año nuevo aprecié con desagrado a los cientos de campistas en el lugar donde estuve (y estaré), carpas abarrotadas que no dejaban espacio para caminar, todas apiladas una al lado de otra. Lo peor fue el recuerdo que dejaron en la arena, no exagero al decir que habían desde toallas higiénicas usadas, pasando por pañales sucios (¿quién lleva a un bebé de campamento en esas condiciones?) botellas, ollas, zapatillas, gente que seguía tirada ahí por alguna razón, fue un escenario vergonzoso para la raza humana. Ensucia tu casa, recoge tu basura ¡sé responsable y considerado! Y es por esto que no los dejan entrar a playas “privadas”, luego se quejan y hacen marchas pidiendo accesos libre, tienen razón muchos vecinos que cuidan ese espacio de gente como esa (sin importar raza, condición social o etc, cuando te cuesta lo cuidas) quiero ver a Gisela con sus “trabajadoras del hogar” bañarse en el mar luego de un campamento masivo.

Ahora rajemos sobre mi sábana blanca. Llegó un grupo de desadaptados a un espacio tranquilo, tranquilo por que el club está en la orilla, el grupo de anormales entró sin roche con 6 botellas en la mano, con el polo sucio del día anterior, y cargando algo blanco, además dos antorchas tipo “luau”, éramos la sensación del lugar, las tías gordas y viejas voltearon escandalizadas, los chicos de la sombrilla “Quicksilver” estaban con la boca abierta (como si no supiéramos que era sombrilla bamba) las rubias de la izquierda miraban con una mezcla de asco e interés, y nuestras fieles amigas simplemente ni nos miraban, solo se fueron más lejos.

Al colocar esta singular protección contra el sol y poner la cerveza en la arena caliente creímos que estábamos haciendo tonterías, sin embargo una vez sentados bajo la sábana que flameaba con el viento nos dimos cuenta de que era una de las mejores ideas que tuvimos para el verano. Dábamos el toque de distinción, el blanco en verano es super fashion, las antorchas de luau se ven regias y en la noche debe ser mejor todavía (a menos que se prenda la sábana), y que había espacio para 4 personas bien sentadas. Patentamos nuestra creación y no prometemos venderlas ni producirlas en masa, simplemente ser la sensación de este verano, sacar alguna canción pegajosa que describa a nuestra blanca sábana y disfrutarla plenamente en todo el sur. Todo lo que hace que algún sonso se olvide la sombrilla.

Falta el cebiche de un sol (S/.1.00) que encontramos al salir de la playa sin habernos mojado, cebiche de pota en carretilla sin ácidos, porque tu puedes ver cómo lo preparan, y se me hace agua la boca aún de recordarlo, me comí dos platitos yo solo, o sea que el carretillero sacó como 10 soles gracias a nuestro fino paladar. Juro por la Sarita que siempre había visto a estos personajes con sus cubos de vidrio de lejitos no más, no pensé jamás en consumir algo de ahí, ahora no me arrepiento y juro que le volveré a consumir al caserito buena gente.