martes, 2 de noviembre de 2010

La familia de tu novio (a)


Mi perrita está en celo (sí, la de moños y vestidos rosados) y este fin de semana nos ha hecho la vida imposible tratando de salir a la calle, ella está acostumbrada a salir sin correas ni ataduras, incluso sale sola, pero esta vez no le abrimos la puerta tan fácil, no porque no queramos que se cruce, sino que no queremos que se cruce con “cualquier perro”. Exacto señores, en mi familia discriminamos a perros feos, callejeros, sarnosos, pobres y de ciertas razas.

Cuando me puse a pensar en la estupidez que eso implica, me di cuenta que con los perros utilizamos el mismo criterio que utilizaban antes las familias para desposar a las hijas, para que las líneas de sucesión de los reyes no se vea afectada, o simplemente para que tu hermana tenga a su primer enamorado. Y parecía que el asunto se había zanjado el siglo pasado, incluso el escándalo que se armó con matrimonio del príncipe Felipe de España y la periodista Letizia Ortiz, ya era demasiado ridículo.

Pero no hemos superado las viejas taras, estas cuestiones de “aprobar” a la persona que se llevará a nuestra hija o hijo, aceptarlo(a) como parte de la familia o rechazarlo(a) y mirarlo(a) feo. Por un lado le podemos dar la razón a los padres, ellos se preocupan por el bienestar de sus críos y no van a permitir que cualquier personaje se los lleve así no más y les malogre la vida. Por otro lado, algo de crédito le debemos de dar a los chicos (o grandes), si escogen mal es porque tuvieron malos ejemplos, si pues amigos, hay carencias que se tratan de cubrir a través de la pareja, o evidencia de masoquismo al meterse con alguien que definitivamente no es buena influencia.

Por lo tanto, conocer a los padres de tu enamorada (o) puede ser un evento traumático, difícil de superar, o por el contrario, muy agradable. Si eres hombre el asunto es jodido, las mujeres suelen tener a un papá celoso, hermanos matones, primos asesinos, tortugas ninja y otros especímenes capaces de poner en peligro tu integridad física. Lo primero que normalmente te dicen es “si le haces algo… ya sabes”, es una amenaza tácita, lo complicado radica en descubrir qué es “hacerle algo”, nunca se te ocurra responder “pero si yo ya le hice de todo”, podrían ocasionarte graves lesiones. Primer punto, omite el tema sexual bajo cualquier punto de vista, al menos al principio ni a los padres ni a las madres les gusta tocar el tema, menos les gusta que toquen a su hija o hijo.

Tu vestimenta debe ser normal, no te excedas pues, está bien que seas emo pero presentarte en una casa ajena con el pelo pintado de rosado, tus uñas negras, y la moda funeral , no va a causar mucha gracia que digamos. Si eres metalero al menos recógete el pelo largo con una colita y deja los polos con motivos sepulcrales guardaditos, las calaveras no dan buena impresión. Si te presentas muy pavo tampoco te conviene, tu rayita al costado puede provocar que te agarren de lorna, está bien quedar como niño bueno pero no abuses porque luego abusarán de tu cara de sonso.

El raje complementario es básico, caballero no más pues, van a hablar de ti en la familia, las cosas buenas y las malas serán exageradas y quedarás expuesto a la evaluación generalizada. Pero no te sientas mal, tú también lo haces con aquellos que llegan a tu casa, así es, una con otra (maldito rajón o rajona) no te libras. Puedes tomar en cuenta un par de tips que te servirán (dependiendo del tipo de familia que sea), hay algunos suegros fanáticos de la cultura general, lee tu periódico todos los días (no seas sonso, El Bocón no leas), chapa literatura de la buena (olvídate de Paulo Cohelo y las cosas para Dummies), empápate de historia y geografía, son preguntas fijas en cualquier “examen de admisión”.

También están las familias un tanto más faranduleras, de todo hay en la viña del señor, y no es raro encontrar padres fanáticos del fútbol, ahí sí chapa El Bocón, El Líbero, Trome, Ajá, etc. Ten a la mano todas las versiones de espectáculos, fórmate un juicio crítico del último ampay de Magaly, y condena la infidelidad de los jugadores. Otra es la historia con los hermanos, hermanas, hermanitos, hermanitas, perros, abuelas y empleadas, estás jodido, tienes que agradar a todos o en todo caso apelar al silencio salvador.

El otro roche es cuando tu linda pareja te deja solo (a) en medio de una reunión familiar, o peor aún, te dejan solo con el padre celoso o la madre que te mira mal. Ten por seguro que la incomodidad es mutua, pero alguien tiene que romper el hielo, decir algo, lo que diablos sea, habla del clima. Lo ideal sería hacerte pata, mejor amigo, yunta o causita; pero tampoco llegues al grado de irle a llorar cuando te dejen, abrazarlos de forma muy cariñosa, o seguir los pasos de la ex nuera de Raúl Diez Canseco, o sea, no cambies a tu novio por el suegro o viceversa.

Olvídate de meterte grandes juergas en la otra familia, está bien que te inviten un trago, pero chuparte toda la botella de whisky no será buena decisión. Esos son los roches más feos, he escuchado de casos graciosos, como aquel que le confesó al suegro que su esposa estaba “rica”, o como ese otro que vomitó en la cerveza (en las cajas de cerveza llenas), o aquellos que se pusieron a llorar juntos por las huevas. Terminar abrazado del suegro puede ser toda una experiencia.

El asunto es que podríamos dejar de establecer parámetros y de proyectar lo que nosotros queremos para los demás, definitivamente que alguien se lleve a tu hijo o hija no te va a gustar, pero no te queda otra, es la ley de la vida. Por otro lado, enséñale a tus hijos a no meterse con el primer anormal que se le cruce o la primera que le haga caso, así te evitarás rajes más profundos. Y finalmente, no escupas al cielo porque en la cara te cae, a veces de tanto rajar o por ser muy selectivo... "diosito te castiga".