La próxima sin tallo

Sábado huevero de julio, vacaciones, ambiente festivo, sentado frente a la computadora, era la hora del almuerzo, para variar, mis padres aún no regresaban de hacer las compras semanales. Tenía hambre, la alacena estaba vacía a excepción de las galletas de maca que son horribles o la granola con pasas (mezcla de granos duros) no había ni atún enlatado, y como freír un huevo en estos tiempos implica consumir demasiado gas, aceite, malograr sartenes, además de comerte a un indefenso ser que no pudo nacer… un pollo frustrado, alucina que un día revientes la cáscara y te salga el ave con pico y todo, debe generar lesiones irreparables a tu apetito.

Entonces, esperé pacientemente el arribo de mis progenitores, es costumbre (no sé si solo en mi familia) que al llegar del mercado o supermercado traigan consigo alguno que otro bocadillo agradable; se estacionaron y calculé el momento preciso para bajar y así no tener que cargar bolsas, luego de un rato sentí olor irresistible a comida chatarra, bajé casi tan rápido como el día del terremoto, divisé en la mesa un sándwich desbordado por mil ingredientes, varios colores y jugosas texturas no me permitieron siquiera preguntar de qué era (o de quién era) al primer contacto supuse que algo estaba mal, lo que debía ser el pan era muy suave para mi gusto, no importaba, siempre es bueno probar cosas nuevas. El primer mordisco fue generoso, el segundo fue casi de inmediato por lo que no tuve tiempo de sentir el sabor, era horrible, pude identificar la zanahoria rayada, la espinaca, una especie de mayonesa sin grasa y aguada, lo demás era todo amargo y crudo.

La sonrisa de mi mamá me terminó de confirmar la terrible noticia, era comida sana de lo más natural, terminé de tragarlo al borde de las lágrimas y para quitarme el mal sabor de boca no se me ocurrió mejor cosa que empujarme unas hojuelas de manzana que también había traído la señora ¡error! Siempre lee las etiquetas antes de comer algo, las hojuelas tenían linaza pegada con una miel dura con sabor a planta, esta vez tampoco tuve tiempo de devolver el bolo alimenticio así que me lo tragué de nuevo.

¿Qué hacer para mejorar la situación de mi lengua? ¡Comer otra cosa! ¿Puedo haber sido tan estúpido como para caer una tercera vez? Anticipando la respuesta…caí 4 veces, agarré una galleta color morado que me observaba desde otra bolsa (todo estaba encima de la mesa) y la mastiqué con ansias de algo dulce, debí imaginar que el morado era por algo raro, estaban hechas a base de maíz del mismo color, para nada comparable con la chicha. Volteé suplicando hallar otra cosa más normal, un pequeño envase contenía una especie de gelatina con pepitas de maracuyá, si está hecho con frutas normalmente no tienes pierde, y a mí esa fruta me fascina, agarré la cuchara y me deleité al principio, no era tan desagradable, pero poco a poco se volvía más amargo, descubrí que estaba hecho con algas.

Opté por lo más simple, tomar un vaso de agua por que en mi casa ya no hay gaseosas ni jugos envasados, los han erradicado totalmente por que producen cáncer (según mi mami). Luego pregunté que contenía el dichoso emparedado que inició esta seguidilla de desgracias gustativas, me dijeron cachosamente que revise yo mismo, encontré flores de varios colores, me burlé diciendo que habían comprado la comida en ROSATEL, fuera de bromas era un lindo arreglo floral, hasta encontré una con tallo.

Maldita corriente naturista, el hombre empezó a evolucionar y diferenciarse de los demás animales cuando descubrió el fuego y cocinó la carne ¡somos carnívoros! Ya me aburrí de comer verduras crudas, tengo el estómago verde; por favor mami, la próxima sírveme las flores sin tallo.