
¿Qué es lo peor que te puede pasar al salir de un ascensor? Pregunté a varios amigos, muchos respondieron que caerte, tropezar con tu jefe mientras fugas, encontrarte con tu ex agarrándose a tu jefe (¿qué tienen con el jefe?) o entrar una dimensión desconocida (no preguntar a gente bajo el efecto de drogas). Pero no señores (as), lo peor es lo que me pasó a mi, bajaba del cuarto piso al primero a recoger unas vainas de aquellas del trabajo, ingresé tranquilamente a la caja esa, y una vez adentro, mientras las puertas cerraban velozmente percibí el grotesco olor de un gas fresco que algún desgraciado había soltado antes de bajar y dejarme la posta del encierro. Me llevé rápidamente el brazo a la nariz (felizmente me perfumo todo antes de salir de casa) y solo rezaba pidiéndole a Dios que no haya nadie en el primer piso esperando entrar después de mi.
Dios se quería reír un rato, al abrirse las puertas me esperaba una fémina preciosa, tenía cara de ángel así que no me cabe duda de que fue broma de papá lindo, del cuerpo ni hablemos, tuve tiempo de verla de arriba abajo antes de salir. Me recibió con una espléndida sonrisa, me quedé idiota un rato, hasta que saludó coquetamente: “hola, cómo estás”. Mi nerviosismo habría sido notorio, saqué el brazo de la nariz y salí corriendo pronunciando un tímido “qué tal” e imaginando su cara cambiando la amistosa expresión por una de asco y desprecio al montarse en el ascensor. Solo queda reírse del asunto, de nada sirvió que me ponga la camisa rosada ese día.
El olfato es uno de lo sentidos que más placer me da, pero también aquel que podría generar un movimiento visceral extraño. Muchas veces me remite a recuerdos indescifrables de pura felicidad, una niñez inalcanzable, alguna comida mágica, o un simple olor a libertad campestre. Extrañamente nunca me hace recordar algún hecho poco agradable, quizás no conecté esos momentos con la nariz. Es increíble como puedo volver a “enamorarme” como la primera vez por culpa de algún perfume pasajero, o presenciar totalmente alguna navidad con Legos de regalo, volver a pasear por Tacna, Tumbes, Cuzco, etc. Sensaciones tan reales, a la vez tan fantásticas, y no las puedes agarrar, simplemente las sientes, como el agua cuando se escurre por las manos.
Le escuché a una amiga hace poco, haciendo alusión a aquellos manoseos, medidas de aceite, Spiderman (como le digan aquellos que lo entienden) que se dan las parejas calentonas antes de decir cosas como “solo la cabecita”, “acá no más, nadie nos ve” o “te juro que termino afuera”, que ese acto dejaba olor a lejía ¿lejía? Nunca había escuchado eso, es más, nunca había escuchado a alguien definir ese olor en especial.
Es como cuando algo huele a agua, yo juro que el olor del agua existe, no es mar, ni río, ni piscina, es agua. También porfío que existe el olor a desagüe sucio, a pesar de que muchos me dicen que redundo en la idea; creo que existe el olor a bar, no me digan que es solo cerveza y puchos; el olor de lonchera de escolar es inconfundible, casi siempre lo relaciono con plátanos y jugo de naranja en envase de plástico; por otro lado, me da asco el olor a durazno, lo relaciono con el "mal de altura"; los juegos mecánicos que huelen a fierro son insoportables; los escolares huelen mal, acepten las disculpas del caso, yo fui escolar y creo haber apestado más que ellos incluso, pero fuera de bromas es uno de los olores que no aguanto.
Personalmente me gusta el olor de Barranco en mañanas soleadas, me gusta el olor a verano en Lima, el de Arequipa no me gusta mucho; adoro el olor a lluvia de Huancayo (y el de Arequipa), el de Huaraz no es tan intenso; me acelera el corazón un olor a shampoo que aún no logro encontrar pero sé que lo haré algún día; las calles de Tumbes siempre calurosas, el olor de Puerto Chicama en Trujillo; desayuno en la casa de mi bisabuela, almuerzo y lonche en la de mi abuela, mientras se lava ropa en mi propia casa; más que nada me emociona el olor de mi propia casa al regresar de algún viaje, no sé por qué siempre huele igual, viva donde viva, regrese de donde regrese; y miles de sensaciones olfativas más que pueden ser simplemente mi imaginación.
Este post ya apesta a aburrido, así que lo acabamos acá, empezó a oler a quemado… y de hecho no soy yo.