lunes, 30 de marzo de 2009

No quiero ser un Alfie


No solo tiene nombre de caricatura mal hecha, además es el cachudo más famoso de los últimos tiempos. Pobre niño, tan pequeño y ya se dio de cara con algunas cosas que tenemos que vivir recién a los 20, la primera:

- “Ups, embaracé a mi enamorada, la cagué, y ahora qué le digo a mis padres, no tengo plata para mantener ni a mi perro, aún no sé qué significa cesárea, por qué no usé condones, acabo de conseguir trabajo en pizza hut, mi vida profesional se fue al barro ¿cómo voy a ir a clases con mi hijo? Al menos espero que sea hincha de la U, no me alcanza ni para la bajona, qué le digo a mi trampa, ya no podré pichanguear los domingos ¡me tendré que mudar con su vieja! La tía esa cocina horrible, tengo que elegir a mis familiares con más plata para que sean padrinos, etc.”

La segunda y menos dolorosa por que se va con una borrachera bien hecha, vómitos por todo lado, múltiples rechazos de varias mujeres que estaban cerca y que intentaste abordar sin suerte, quizás alguna que otra lágrima (nunca en mi caso) y tus amigos siempre dispuestos a escucharte (y tener excusa para chupar con alguien) es la siguiente agrupada en una sola:

- Todas las mujeres son iguales.
- Nunca te van a decir el verdadero número de tipos con los que se han acostado, siempre vas a ser el “segundo”, la ley es multiplicar la cifra por 3.
- Van a negar totalmente que fueron infieles hasta que ya no puedan ocultar los sentimientos por “el otro”.
- Tú vas a ser el culpable de todo lo que les suceda, esto incluye el embarazo, por lo que tienes que aguantarles todo, incluso si no eres el padre del niño.
- Que ellas son interesadas, siempre hacen lo que más les conviene.
- ETC, ETC, ETC.

Además, ahora el niño resulta ser un ícono de la degeneración actual (haciendo referencia al genial Pedro Suárez Vértiz), todos los cucufatos hablan de “crisis de valores” usándolo de ejemplo para representar a la supuesta falta de moral. Suele pasar que aquellos personajes, que poco o nada tienen de santos, salen a reclamar a los cuatro vientos por las almas perdidas de estos chicos de ahora. Métanse la lengua a donde mejor les quede.

Lo toman como escándalo y fin del mundo, si tan solo leyeran alguito más que diarios chicha sabrían que, hasta hace poco, eran los niños los que se reproducían, sus mismas abuelas empezaron con la aventura natalicia a los 16 o 17. Claro, eran mujeres, pero aún hay culturas en las que uno se vuelve hombre a los 11 años, y sin derecho a reclamo tienes que buscar esposa para reproducirte lo antes posible (si tu esperanza de vida es de 40 años, no vas a esperar a los 30 para tener descendencia). En la misma Inglaterra están concientes de la libertad sexual que viven sus adolescentes, no se escandalizan, al contrario facilitan alternativas para que los chicos no sufran los estragos de tener hijos a esa edad en la cultura occidental, para hacerlo simple, el aborto en chicas menores de 16 años es legal, les dan aquella opción, qué bueno es tener opciones y poder elegir.

Algunos observarán que el comentario anterior se parcializa con el aborto, palabra prohibida para la iglesia y tanto moralista idiota, creo que es una opción más de las tantas que tenemos, ni que está bien ni que está mal, si quieres tener un niño es tu entera decisión y responsabilidad, y si no lo quieres tener también estás en tu derecho. Tengan en cuenta de que nadie aborta por diversión, las razones para esto son fuertes, desde la imposibilidad económica hasta el hecho de que el pequeño será una carga social casi toda su vida (implicancias psicológicas imborrables). Si tú te quieres aguantar a un hijo en esas circunstancias es tu roche, a pesar de que él o ella no te pidieron nacer (como tampoco pidieron lo contrario) pero no puedes criticar a otros por sus decisiones, menos estigmatizarlos.

No quiero ser un Alfie, aquel enano por “arriola” quedó marcado como un “caracol” cachudo, lento y baboso; la prensa mundial tiene su cara en las portadas cargando al que podría ser su ahijado, ya que tanto cariño le tiene. Ahora me pregunto qué le dirán a ese bebe cuando le cuenten la historia de sus padres y de los 6 quinceañeros, compañeros del barrio, que lo reclamaban como propio (yo me hubiera hecho el loco y se lo dejaba a Alfie no más).

La tercera cosa que aprendió mi estimado chato (me siento identificado con Alfie) es que la mamá siempre tiene razón, nunca se equivoca, ella lo llevó a hacerse la prueba de ADN, y será ella la que lo consuele y lo proteja de aquella mala mujer que jugó con sus sentimientos, pero aún así volverá a meterse con otra parecida, ya que “todas son iguales”, y no le creerá a su vieja cuando le diga “esa chica no te conviene”, y espero que esta vez el muy idiota use condones por que si repite el plato en un par de años, lo van a joder como a mi amigo David (boliviano).

martes, 17 de marzo de 2009

De la sobriedad y otros males

Sufro de ansiedad debido a mi hiperactividad, tengo que estar haciendo algo o si no me aburro terriblemente, eso implica que realice acciones que me ponen en situaciones embarazosas, ridículas, o complicadas. Pero también tengo reacciones inconcientes, manías, taras; una de ellas era “sacarme conejos” (que suenen mis huesos), evolucioné la técnica de tal forma que podía hacer tronar mis articulaciones desde los dedos de los pies hasta la mandíbula (ya abandoné la práctica). El hecho de estar en una fiesta, sea día o noche, celebrando algo, conversar, no bailar, y no hacer nada más que hablar me produce ansiedad, cuestión que hasta hace poco calmaba con el acto inconciente de llevar el vaso a mi boca y tomar lo que haya, normalmente hay licor, por lo que últimamente ya me estaba afectando el no darme cuenta de que el “tic” había progresado. Tampoco es que siempre termine cantando y abrazado de alguien, tirado en el piso, nadando en mi vómito o “meado por los perros”; es más, llego a mi casa solo, parado y conciente. Hago hincapié en algo, no soy un alcohólico anónimo, soy conocido y reconocido.

Hablando en serio, le echo la culpa al contexto, a donde vaya siempre es lo mismo, en las reuniones sociales no falta el trago, cualquier motivo es bueno para meterle cerveza, ron, pisco, vodka, whisky, o todo junto. Es impresionante la cantidad de excusas que uno busca para juntarse a “chupar” ¿me lo van a negar? Nacimientos y velorios, cumpleaños, matrimonios, rompimientos, ilusiones, desilusiones, fútbol, inicio de exámenes, final de exámenes, entrega de notas, primer sueldo, segundo sueldo, despido, primer auto, primer choque, primera infracción por manejar ebrio, cuando te quitan el permiso de conducir por la misma razón, estrés, depresión, alegría, año nuevo, semana santa, fiestas patrias, etc, etc, etc. Ahora me entienden, no es fácil escapar del consumo, no queda libre ningún fin de semana, es simplemente la forma de diversión, al menos en mi contexto.

Bueno pues, decidí controlar mucho mi manía alcohólica, lo increíble fue escuchar quejas a mi decisión, cuando normalmente la gente te apoya y te desea suerte en este tipo de causas relativamente perdidas, muy por el contrario, en mi caso la gente me decía cosas como “tu eres un buen ebrio”, “me caes mejor borracho”, “ahora vas a ser más aburrido”, “¿me estás jodiendo?”, “no nos hagas esto”, “ya no me gustas”, “en verdad te prefiero como eras antes”. Tienen argumentos de peso para decirme eso, realmente estar sobrio es aburridísimo, no lo niego, desde que me puse el límite de 3 cervezas personales como máximo durante toda la noche, veo las cosas de forma distinta, mis comentarios no tienen la misma gracia que antes, me da dolor de cabeza la bulla de los lugares nocturnos, si antes bailaba poco ahora no bailo, y si por ahí de casualidad lo hago no duro más de una canción en la pista, me siento incómodo ahí parado frente a alguien, no me provoca mover el cuerpo como contorsionista, ni siquiera darle vueltas a la chica para ver que tal le queda la minifalda.

Al parecer mi vida amorosa, “gilera”, sexual, de filtreo, etc, murió, desde que vivo sobrio no levanto ni las sábanas de mi cama para dormir. Si de casualidad venzo mi timidez y me acerco a alguien que me atrae no fluye lo que solía fluir, o peor aún, le empiezo a encontrar todos los defectos del mundo, esos que el alcohol borra generosamente para que la reproducción de la especie humana quede asegurada, por último me aburren porque escucho y analizo lo que dicen. Cuando estás ebrio no escuchas, no importa lo que digan, te pueden estar diciendo que alguna vez fue hombre y se operó hace poco pero tu sigues pensando en cómo llevártela al “telo”. Cuando estás ebrio bailas, no sabes ni por qué pero te mueves y hasta te gusta, cuando estás ebrio la desinhibición se hace evidente y le prometes el mar, el cielo y las estrellas, salen palabras lindas de tu boca, todo para llevártela al “telo”. Cuando estas ebrio gastas para embriagarla, eres simpático y gracioso con todas, hasta la defiendes de otros como tú, para llevártela al “telo”. Cuando estás sobrio hablas cosas coherentes y serias, cosa que a las chicas lindas en plan juerga pocas veces les importa. * Nota: esta ley solo aplica en caso de “choque y fuga” o “agarre casual”.

A cambio de eso ya no tengo resaca los fines de semana, aquel cruel castigo de la naturaleza era insoportable, me dan las peores resacas que una persona pueda imaginar, hay momentos en que pido al cielo que me lleve ahí mismo para no seguir sufriendo, no puedo ni dormir para que se me pase, y muchas veces sigo así hasta el lunes. Los domingos en la mañana son bonitos, ya me había olvidado de qué bueno es levantarte y ver el sol resplandeciente sintiendo frescura por la ventana abierta con ganas de un desayuno exagerado y jugos de fruta por todo lado. Tienes familia y ganas de verlos, tienes amigos y ganas de verlos, tienes perro y ganas de verlo, hay fútbol en la tarde y puedes ir al estadio o disfrutarlo en casa sin tener que marearte cada vez que la cámara se mueve rápido. Terminas trabajos o estudios pendientes, se te ocurren cosas nuevas y hasta haces deporte. Todo sería felicidad si no te dieras cuenta de que los demás están resaqueados tirados en su cama, con dolor de cabeza, semi inconcientes, con la endemoniada sed, durmiendo hasta las 3 de la tarde, y sin ganas de que algún idiota sobrio los llame para proponerles salir a correr a la playa, o ir al teatro, o jugar con en el perro en el parque.

Otro problema de estar sobrio es que eres responsable de ti mismo y de los demás, con lo rico que es cuando un ebrio con amigos al lado tiene que preocuparse por no caerse nada más, un sobrio tiene que preocuparse por que no se caigan 6 o 7 personas a la vez, que sus amigas no desaparezcan con algún ebrio despreocupado a algún rincón oscuro, que sus amigos ebrios no pasen vergüenza tratando de levantarse a alguna chica sobria que no le va a hacer caso, o peor aún, controlar que ninguno se escape con alguna chica poco agraciada físicamente y que al día siguiente se de con la sorpresa de estar felizmente comprometido con alguien que se parece a Alejandro Toledo con pelo largo. Evitar que se armen peleas, disculpar a tus amigos que armaron las peleas, recogerlos una vez que han sido golpeados, cuidar billeteras, abrir puertas para que vomiten, contarlos a todos al llegar, dejarlos en donde se deben quedar, por último pagar el taxi porque se gastaron en trago todo lo que tenían.

Así me maldigan por llamar los domingos a las 8 am (disculpen las pobres víctimas) seguiré sobrio por convicción, comodidad, y ganas de seguir vivo (esa resaca me mataría algún día), a pesar de estar aburrido, hacerme cargo de varios, aguantar el vómito de Luchín, gastar más que cuando estoy ebrio, he decidido mantenerme así por mucho tiempo, maldita sea la hora en que dejó de ser divertido el estado etílico.

domingo, 1 de marzo de 2009

De hamburguesas y sanguchones



Me gusta el chimichurri, pero no es tan rico sobre mi ropa, desde ese día le tengo miedo, solo quería comer alguito, encontrar un carrito sanguchero de esos baratos (máximo 5 soles) pero en San Isidro es difícil ubicarlos. Tenía que trabajar, cubrir un evento de la empresa (los sacrificios de un comunicador), y llegamos demasiado temprano. Así que fiel a mi costumbre aventurera salí a buscar algún milagroso pan con algo.

No entiendo por qué la “comida rápida” en el Perú viene a ser una especie de lujo “lorcho”, en realidad es cara para nuestros bolsillos, y pensar que en otros países es solo basura, acá la adoramos y mitificamos. Aunque no niego que tienen un saborcito agradable, especialmente cuando te haces la idea de que debe haber un ratón o rata metida en tu pan. Ese mito tan difundido de que la materia prima utilizada para la preparación de hamburguesas son ratas es un tanto inverosímil, imaginen a un grupo de trabajadores de Mc Donalds persiguiendo animalitos en la avenida más cercana, tendrían que ser bien grandotas para poder producir una Mc doble. O quizás cogen ratas del tamaño de Quimper o Rómulo, extendiendo lo de “rata” hasta el congreso (con minúscula) de la República, ahora entiendo por qué venden tanto, esos animales están gorditos. Más fácil sería criarlas, pero criar ratas, procesarlas y todo, debe ser más complicado que criar vacas y eso. Aunque sí hubo casos en que por ahí se coló un roedor, o se le cayó el diente flojo dentro de la olla, o que el empleado molesto dejó caer alguna colita cimbreante mientras juntaba los ingredientes, pero más allá de eso no pasa.

Entré al Bembos, famosa y reconocida franquicia peruana, que tiene sabores y mezclas interesantes, no podía faltar el chimichurri en el asunto así que pedí una “medium”, otra inteligente forma de discriminar al que menos tiene, o de sacarte más plata para no quedarte mirando al de al lado mientras termina su comida después. Por cierto, ya no existen ni las papas o gaseosas “pequeñas”, “junior” o “small”, ahora se llaman “regulares”, como si regularmente lo que consumes sea de ese tamaño (con disculpas de algunas mujeres) lo bueno de todo es que ya no me dirán “mecha corta” puedo decir que soy regular no más. Maravillas del marketing aplicadas a la vida diaria.

Nunca hubiera imaginado que la grasa chorreaba tanto, mezclada con el jugoso chimichurri, mi ropa tuvo un festín de olor y sabor del cual no me percaté hasta que llegué al hotel completamente empapado (camisa, pantalón y zapatos). Si Mister Bean me viera se sentiría orgulloso de no ser el único idiota echándose jabón de manos a la ropa, en un baño de hotel antes de ingresar a un evento donde todos estaban de lo más pulcros, después de eso pasé por la secadora de manos, y por último apliqué la técnica del halls para el aliento (claro que no funcionó). De haber encontrado un carrito sanguchero nada de eso hubiera pasado.

Esas salvadoras expresiones gastronómicas que te apoyan tanto en las madrugadas juergueras de Lima, o cuando te apetece grasa por kilos, pero sabrosa, esas que se dice “están hechas de cartón” por que definitivamente carne no es, esas que se vuelven íconos universitarios como el “Tío Bigote” de la PUCP o la “Tía Poison” de la Universidad de Lima (pueden ver sus perfiles en el Facebook, aunque creo que el de la tía poison lo han quitado) los famosos sanguchones que no te importa lo que contengan, solo que se vea enorme y con todas las “cremas” que van desde la clásica mayonesa, hasta palta, aceituna, cebolla, o ají de todos los colores (huancaína, ocopa, etc).

También llevan papas, normalmente al hilo, siempre me hacen heridas en la boca, pero un sándwich sin eso no es sanguchón. Por cierto, notarán que tengo problemas para escribir esa bendita palabra ¿cuándo diablos la incluyeron en el diccionario de la Real Academia de la Lengua? Además, al menos en Perú, nadie sabe como se escribe, pueden ver letreros con numerosas combinaciones de letras “sanguich”, “sanwitch”, “sanguche”, sandwuche”, hay de todo y no exagero, pero siempre entiendes que es pan con algo. Regresando a las papas, si tienes suerte te incluyen las de la “salchipapa” esas gruesitas más blandas que solo se colocan si sobraron o si la tía que vende es tu caserita y te “manya”.

Ya con suficiente vergüenza entré a presenciar el evento, por supuesto no me acercaba a nadie que no conociera y menos si esa persona estaba con terno. Pero ¡oh desgracia! Justo una amiga de aquellas que siempre quieres conservar, una persona que tiene mi edad y ya es coordinadora de un suplemento de El Comercio, justo a ella me la tenía que cruzar, le conté lo sucedido, por supuesto las carcajadas sobraron. Claro que lo peor aún no llegaba, al moverme solo unos pocos metros me encuentro cara a cara con simpáticos padres de mi ex, muy bien vestidos ellos, como se debe ir a un evento de esa naturaleza. Yo, además de sudado y apestoso, también estaba manchado con grasa, no se que habrán pensado, yo solo me retiré lo más rápido posible al salón para el cocktail, con 5 pisco sours seguidos, casi se me va toda la vergüenza, digo casi, siempre queda un poco.

Si Gastón Acurio visitó tu sanguchería, siéntete contento, podrás aumentar los precios en un 50%, últimamente una foto con él vale más que un registro sanitario pegado en la pared, en general, cualquier cosa que pise Gastón se vuelve oro, no quieras que te pise a ti también. Lo bueno es que supo describir la rica variedad de “sanguches” que tenemos en el país, la verdad es que le metemos de todo al pan, quiero decir, si le metes un tamal a un pan francés, realmente debes tener una afición maldita por rellenar panes.