viernes, 9 de noviembre de 2007

De fiestitas II


Sentado en la mesa veía un show realmente bonito, raro para un quinceañero, en estas fiestas se apela normalmente a la huachafería. Que la agasajada baile con su padre es normal, pero que baile hasta con el mozo ya escapa de los límites, todos los hombres haciendo cola para compartir una pequeña porción del danubio azul, o peor aún, “tiempo de vals” de Chayanne, un, dos, tres (bis). Luego viene el brindis de honor, con palabras de honor. Si supieran que sus hijas ya perdieron el honor, pudor y todo lo que podrían perder… (No en todos los casos).

Esta ceremonia fue ligerita, la chica estaba vestida decentemente, el vestido de princesa lo dejó olvidado en la casa de muñecas y decidió presentarse con una minifalda bien mini, ligerita como la ceremonia ¡La torta era de verdad! Y estaba rica, y no tenía pititas para jalar amarradas a algún anillo sorpresa. No hubo paje (o chambelán) que tuviera que pasar el roche de su vida bailando con la cumpleañera promoviendo un espectáculo digno de un cuento de hadas al estilo Shrek, no descarto la presencia de paje-ros ya que a esa edad es requisito indispensable para seguir vivo.

La fiesta era para los adolescentes, no para la familia entera. Es que muchas veces incluyen abuelos en sillas de ruedas, tíos de los tíos, las primas solteronas, y un sin fin de familiares sedientos o hambrientos dedicados a observar el comportamiento de “estos chicos de ahora”. Hubo una buena distribución del espacio, ya no se formaban las dos clásicas filas de mujeres frente a hombres, ni se pisaban los pies unos a otros. Además repartían tragos suaves a los niños, por que siguen siendo niños, no los dejaban con sed, pero tampoco los embriagaban. Un niño ebrio normalmente hace tonterías, yo fui un niño ebrio, es una experiencia de vida. También es horrible ver como la mesa de los adultos rebalsa de botellas y tú por ser un pobre adolescente no tienes derecho a tomar nada. Me pareció buena opción lo que hicieron en aquella fiesta.

¿Y qué hacía yo en un quinceañero? A mis veintitantos me pueden acusar de “chibolero”, acepto que las adolescentes de ahora se ven mejor que las de antes, pero esa no era la razón de mi presencia, éramos un grupo de amigos en la fiesta de la hermanita de una amiga, y trago gratis siempre llama.

Para variar, nuevamente sentado, es el problema de no bailar. Pero el asunto esta vez fue mejor, los matrimonios son de otro nivel, hay más trago y menos restricciones con la comida. La gente se esmera más, previo ruego para que el gasto justifique al menos 20 años de matrimonio. La familia se encuentra, aunque ya todos saben lo que vendrá, danubio azul, baile con el padre y la madre, y el primo, y el tio, y la tia, y la otra tia, y todas las mesas. Todos aguantan felices, hay licores y cena gratis, incluso si no has llevado regalo, malditas listas de novios ¿habrá gente que les haga caso?

Resulta que Yola Polastri anima matrimonios, la muy antigua animadora de programas infantiles que tiene un ojo de vidrio y no sé cuantas operaciones por diversas enfermedades sigue activa a sus miles de años, es un milagro que siga caminando, paradójico que aquella que animaba tus mañanas infantiles ahora anime tus noches de boda, suena medio retorcido. Cobra mil dólares, es todo un lujo, más caro que el local ¿bailará reggeatón con la mano en el tobillo?

Pero ella no estuvo presente esta oportunidad, realmente pagaría por verla, debe ser como Tongo en Gótica (ocurrencias peruanas). Aunque si hubieron dos personajes interesantes, subidos en zancos caminaban entre la gente que bailaba, y al ritmo de la música lanzaban espuma. Al cabo de un rato volvieron a aparecer, esta vez con globos, más tarde fueron gorros multicolores, ya después los pobres aparecieron sin zancos por que deben haber estado cansadísimos.

Bailar con mi abuela nunca fue tan divertido, y ni qué decir con mi mamá, incluso bailé con mi hermana, un poco más y sacaba a bailar a la que me traía cerveza. Todo lo que uno hace para no sentirse solo y abandonado en una mesa con gente extraña alrededor. Tengo una edad difícil para esas cosas, ya estoy grandecito para asistir, pero muy niño para departir totalmente con los viejos, y me falta crecer para andar con los jovencitos treintones. O sea, ni pretender abordar a alguna amiga soltera de la novia.

4 comentarios:

Hayleena dijo...

y eso q no has visto los quinceaños q se hacen en este país, jaja sale la quinceañera con chancletas y entonces es todo un ritual donde el padre viene con un zapato de tacon sobre una almohada toda rara, para ponerle supueeeestamente su primer zapato de tacon a la niña. y luego se aparece la mama con un set de maquillaje para hacerle su "primera" tarrajeada en la cara a la dulce niña que se esta convirtiendo en mujer y como tu dices ya (casi)todas perdieron todo eso de dulce y pura hace tiempo

Anónimo dijo...

jaaa, tengo q ver esas cosas, para eso sirve viajar no? otra ceremonia chvr es el bautizo de pelo

Anónimo dijo...

jajaja q quinceañero fue ese? para la otra invita, asi llegaba yo de paracaidista, q dicho sea de paso t falto nombrar. invitas a veinte y se aparecen cincuenta, jajajaja.

fila d hombres y mujeres? jajaja eso nunca lo vi en un quince, pero si en fiestas infantiles, jajaja yo no voy a quinceañeros hace uffff, años! al margen d saber lo beneficioso q puede resultar ir a una d estas fiestas, tu lo has nombrado, casi todo es gratis, como en toda ceremonia formal no? lo q si no sabia era q yola animaba... q mierda cantara en pleno matri??? el merenguito debe ser lo mas bailable d su repertrio para un matrimonio, jajajaja derrepente podria contratar a sus burbujitas para una despedida d soltero.

Anónimo dijo...

el kince mas legal al que he ido fue uno en Los Angeles donde la agasajada se contacto con todos sus amigos de la NAVY (pa que suene las ficho)para hacer toda una coreografía la cual tuvo como cima el levantar a la kinceañera por los aires sentada en una silla, nunk entendi la funcionalidad. otra cosa muy particular es esta especie de maldición/bendición de las puberes ke asisten, el de no poder aparecerse con el mismo vestido en 2 kinces (bendición para ellas y maldicion para los padres)